La ciudad romana
Tarragona es una ciudad preciosa junto al Mediterráneo, cuyo origen se remonta a la época romana. Fue, primero, un campamento militar para posteriormente convertirse en un poblado.
Y des de entonces, con más o menos población, ha sido habitada ininterrumpidamente.
La ciudad tuvo dos épocas de de esplendor: la época romana y la Edad Media, durante la cual resurgió. Por ello, en la actualidad, podemos visitar numerosos vestigios de ambas épocas esparcidos por, sobretodo, por el casco antiguo.
La historia de Tarraco (nombre que dieron a la ciudad de Tarragona los romanos) empieza en el año 218 a.C. cuando los ejércitos romanos llegaron a la Península Ibérica para combatir contra los cartagineses en las batallas por el control del Mediterráneo.
En un primer momento Tarraco fue una pequeña base militar, para convertirse después en la principal base militar romana de Hispania. Militares, comerciantes y ciudadanos romanos se desplazaron a estos territorios en busca de nuevas oportunidades.
Durante los años 25 y 26 a.C. Tarraco fue la capital del mundo romano, ya que el emperador Augusto se instaló en la ciudad para dirigir desde aquí las batallas con los cántabros del norte de la península. En ese momento de esplendor se construyeron el teatro y el foro local.
En el s.II d.C se construyó el anfiteatro, una de las grandes joyas del patrimonio romano que se conserva en Tarragona en la actualidad. Está ubicado cerca del mar, en un emplazamiento que sigue sorprendiendo por su belleza. En él se celebraban luchas de gladiadores y animales, cacerías, exhibiciones atléticas y suplicios de muerte. Contaba, incluso, con un montacargas debajo de la arena que servía para elevar jaulas con fieras, gladiadores y demás elementos.
Delante del anfiteatro encontrareis los restos del circo en el que se realizaban carreras de cuadrigas, juegos de circo y teatro. Contaba con una capacidad de unas 25.000 personas, una largada de 325 metros y un ancho de 115 metros.
Justo al lado de éste encontraréis los restos del Foro Provincial Romano, construido en el 73 d.C.; se trataba de un conjunto monumental inmenso, de 18 hectáreas, constituido por dos grandes plazas porticadas que albergaban los principales edificios administrativos, religiosos y militares de Tarraco.
Fuera de la ciudad podemos visitar el Acueducto de Ferreres o Pont del Diable, construido en el s. I a.C. para llevar agua des del rio Francolí hasta Tarraco.
Está en muy buen estado de conservación. Además está ubicado en una zona de bosque con área de picnic en la quepodréis reponer fuerzas y disfrutar de la naturaleza.
Hay muchas más cosas que ver de la Tarraco Romana: el museo nacional arqueológico, la necrópolis paleocristiana, la torre de los Escipiones, la cantera del Mèdol, la muralla, el Arco de Bará e infinidad de cosas más por descubrir.
Una visita agradable que podéis hacer por libre, simplemente callejeando y dejándoos maravillar por la belleza de las ruinas que encontramos en la ciudad, o bien contratando los servicios de un guía para conocer a fondo los detalles de la Tarraco que fue.
Y dando un salto en el tiempo, nos vamos hasta la Edad Media cuando la ciudad de Tarragona resurgió después de haber estado casi abandonada durante la estancia de los musulmanes en territorio catalán. Fue durante la reconquista y repoblación de los territorios catalanes por parte de la Corona de Aragón cuando la ciudad volvió a tomar importancia.
Los restos de la Tarragona Medieval los encontramos, sobretodo, en la Parte Alta. La Catedral es el elemento más destacable de todo el legado. Su construcción se inició alrededor del año 1146 y fue consagrada en el 1331. Su arquitectura es una muestra de la transición de los estilos del románico al gótico. Una vez allí deteneros a admirar su enorme rosetón de su fachada y el claustro en su interior.
El conjunto escultórico del Claustro es uno de los más remarcables de la plástica románica de Cataluña por sus capiteles y cimacios de gran riqueza; entre los cuales cabe reseñar la conocida “procesión de las ratas”.
El Pla de la Seu, un gran espacio al aire libre ubicado justo delante de la Catedral, es una de las zonas más bonitas y que mejor conserva el ambiente medieval de la ciudad; con una serie de casones góticos entre los cuales encontramos la antigua rectoría, la casa Balsells, la Casa del Abad de Poblet y los Porches de la calle Mercería. Cuenta, además, con algunos bares y terrazas muy agradables donde tomarse un descanso.
La muralla existente de la época romana sólo tuvo que ser reparada y mantenida durante la Edad Media. En el s. XV se amplió el recinto amurallado hasta el área del antiguo circo romano con la construcción de la “Muralleta”, parcialmente visible hoy en día junto a las bóvedas de San Hermenegildo.
Como edificio civil cabe mencionar la fachada del antiguo Hospital de Santa Tecla, fundado en 1171. Se pueden recorrer también las calles de la judería alrededor de la Plaza dels Àngels. El barrio judío disponía incluso de una salida propia. Actualmente sólo se conservan algunas calles y varios arcos góticos aislados. Se pude visitar también el Castillo del Rey, la construcción alrededor de la cual se empezó a construir la Tarragona medieval.
En el anfiteatro romano podéis visitar los restos de la iglesia de Santa María del Milagro que data del s. XI-XII. En el museo nacional se conserva una Virgen María con Niño que procede de esta iglesia. Pertenecientes a la Edad Media podéis visitar también el Museo Diocesano, las Iglesias de San Pablo y Santa Tecla, el Castillo del Rey y el Castillo del Paborde.
No olvidéis que siempre podéis contatar un guía para que os explique los detalles del Medievo en Tarragona y transportaros así al pasado. O simplemente pasear a vuestro aire y disfrutar. ¡Os encantará! Está a sólo 20 Km de Cambrils.
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